Hace unas décadas el Patronato Colombiano de Artes y Ciencias se dio a
la tarea de rescatar del olvido la música de la Campaña Libertadora.
Dejó un valioso trabajo fonográfico que incluye contradanzas, bambucos y
marchas de gran significación en aquellos momentos históricos. Por
ejemplo, la contradanza La Vencedora, interpretada a las cuatro de la
tarde del 7 de agosto de 1819 en el Puente de Boyacá cuando era
indiscutible la victoria del ejército rebelde; la contradanza La
Libertadora, pieza con la que Bogotá y otras ciudades celebraron la
entrada triunfal de los héroes criollos; y la contradanza La Trinitaria,
composición anónima que Bolívar llevaba siempre en su equipaje para ser
interpretada y bailada en los festejos en su honor.
Como rasgo
llamativo de estas melodías se destaca su carácter alegre y
esencialmente bailable, una sensualidad que las aleja de todo toque
marcial o de solemnidad de himno. Investigadores, como Adolfo González
Henríquez, afirman que ellas son el antecedente de la música costeña,
especialmente del porro. Y en realidad, quien se detenga a escucharlas
reconocerá inmediatamente en sus ritmos y recursos sonoros el embrión de
la posterior riqueza musical colombiana (desde el pasillo, el chotis y
el porro, hasta la danza y el paseo). Así, por simple intuición,
advertirá el asombroso parecido rítmico, melódico y armónico entre La
Vencedora y el popular paseo El Huerfanito, de Guillermo Buitrago. La
historia, sufrida y gozada, deja huellas culturales que el alma sensible
de los pueblos transforma a su manera. Cuentan que, con su gran sentido
musical, los chocoanos hicieron de nuestro Himno Nacional (al que
bautizaron “el inmarcesible”) una pieza bailable cuando lo escucharon
por primera vez en los años cuarenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario