miércoles, 18 de julio de 2018

BICENTENARIO

Para profundizar un poco màs:

Hace unas décadas el Patronato Colombiano de Artes y Ciencias se dio a la tarea de rescatar del olvido la música de la Campaña Libertadora. Dejó un valioso trabajo fonográfico que incluye contradanzas, bambucos y marchas de gran significación en aquellos momentos históricos. Por ejemplo, la contradanza La Vencedora, interpretada a las cuatro de la tarde del 7 de agosto de 1819 en el Puente de Boyacá cuando era indiscutible la victoria del ejército rebelde; la contradanza La Libertadora, pieza con la que Bogotá y otras ciudades celebraron la entrada triunfal de los héroes criollos; y la contradanza La Trinitaria, composición anónima que Bolívar llevaba siempre en su equipaje para ser interpretada y bailada en los festejos en su honor.

Como rasgo llamativo de estas melodías se destaca su carácter alegre y esencialmente bailable, una sensualidad que las aleja de todo toque marcial o de solemnidad de himno. Investigadores, como Adolfo González Henríquez, afirman que ellas son el antecedente de la música costeña, especialmente del porro. Y en realidad, quien se detenga a escucharlas reconocerá inmediatamente en sus ritmos y recursos sonoros el embrión de la posterior riqueza musical colombiana (desde el pasillo, el chotis y el porro, hasta la danza y el paseo). Así, por simple intuición, advertirá el asombroso parecido rítmico, melódico y armónico entre La Vencedora y el popular paseo El Huerfanito, de Guillermo Buitrago. La historia, sufrida y gozada, deja huellas culturales que el alma sensible de los pueblos transforma a su manera. Cuentan que, con su gran sentido musical, los chocoanos hicieron de nuestro Himno Nacional (al que bautizaron “el inmarcesible”) una pieza bailable cuando lo escucharon por primera vez en los años cuarenta.

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